martes, 26 de octubre de 2010

Continuacion

-¿Marcharme? -dijo Zac. Se echó a reír, pero no había humor en su risa-. No puedo marcharme porque ya me han puesto de patitas en la calle. ¿No, capitán Horowitz? Tengo que estar fuera de aquí a las dos en punto.

Se hizo un silencio, un silencio que cayó sobre ellos, denso, inmóvil y palpable.

-Lo siento -dijo por fin el médico-. Debo hacer lo más conveniente para usted y para este centro. Debemos usar su cama para alguien que realmente la necesite. Y usted debe dar un descanso a su rodilla antes de que se haga más daño. La solución obvia era mandarlo a casa.

Algún día, me dará las gracias por esto.

La puerta emitió un chasquido al cerrarse tras él.


Zac miró a Joe.

-Puedes decirle a la Armada que sólo estoy dispuesto a aceptar la vuelta al servicio activo -dijo con rotundidad-. No voy a dedicarme a enseñar.

Los ojos oscuros del más alto de los dos reflejaron culpa y compasión.

-Lo siento -dijo Joe en voz baja.

Zac miró con rabia el reloj de la pared. Era casi mediodía. Dentro de dos horas, tendría que recoger sus cosas y marcharse. Dentro de dos horas, ya no sería una SEAL de la Marina apartado temporalmente del servicio activo mientras se recuperaba de una lesión grave. Sería Zachary Efron, ex teniente de los SEAL de la Marina. Un civil sin ningún sitio adonde ir, sin nada que hacer.

La ira golpeó sus entrañas como un mazazo. Cinco años atrás, rara vez experimentaba aquella sensación.

Era un hombre tranquilo y despreocupado. Ahora, en cambio, rara vez sentía algo que no fuera rabia.

Un momento... Sí que tenía adonde ir. Su ira se apaciguó un poco. Había seguido pagando su pequeño piso de San Felipe, el modesto barrio que había junto a la base naval. Pero, una vez llegara a San Felipe, ¿qué haría? No tenía, en realidad, nada que hacer.

No tener nada que hacer era peor que no tener adonde ir. ¿Qué iba a hacer? ¿Pasarse todo el día sentado, viendo la tele y coleccionando los cheques de la pensión por incapacidad? La rabia volvió a apoderarse de él. Esa vez, se alojó en su garganta y pareció cerrarla.

-No puedo pagarme la fisioterapia que he estado haciendo aquí, en el hospital -dijo, intentando impedir que la desesperación resonara en su voz.

-Quizá deberías hacer caso a Steve -contestó Joe-, y dar un descanso a tu pierna.

Era fácil decirlo. Joe iba a salir del hospital sin bastón, sin cojear, sin que su vida entera se hubiera hecho añicos. Joe iba a volver a la casa que compartía con su bella esposa, embarazada de su primer hijo. Iba a cenar con Verónica y seguramente luego le haría el amor y se quedaría dormido entre sus brazos. Y por la mañana se levantaría, iría a correr, se daría una ducha, se afeitaría y se vestiría y se incorporaría a su puesto de oficial en jefe del Equipo 10 de la Brigada Alfa.

Joe lo tenía todo.

Zac sólo tenía un piso vacío en un barrio degradado de la ciudad.

-Enhorabuena por lo del bebé -dijo, e intentó con todas sus fuerzas parecer sincero. Luego salió cojeando de la habitación.

2 comentarios:

dani1301 dijo...

ay pero zac si es terco
deberia descansar por un momento
bueno me encanta tu nove
siguela prontito
bye

LaLii AleXaNDra dijo...

Qeu Necio y terco es Zac...
No hace caso alguno..
Siguela
me encanto..
muakk

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