jueves, 28 de octubre de 2010

continuacion del capitulo 2

Pero no era sólo el aspecto imponente del teniente Zachary lo que la hacía parecer una mocosa. Era también el hecho de que se tratara de un militar. A pesar de que no llevaba uniforme, allí de pie, delante de ella, con los hombros hacia atrás y la cabeza alta parecía la versión naval de un Geyperman. Era un soldado no por reclutamiento forzoso, sino por voluntad propia. Había elegido alistarse. Había decidido perpetuar todo cuanto, llevados por su oposición a la guerra, los padres de Nessa le habían enseñado a rechazar.
Su vecino seguía mirándola tan atentamente como ella a él.

-Tenía curiosidad -dijo. Su voz era grave y no tenía acento. No hablaba particularmente alto, pero sus palabras le llegaban con bastante claridad.

Nessa forzó una sonrisa.

-Claro.

-No se preocupe -dijo él, pero no le devolvió la sonrisa. De hecho, no había sonreído ni una sola vez desde que ella se había dado la vuelta para mirarlo por encima de la barandilla-. No hago ruido. No doy fiestas salvajes. No la molestaré. No me meteré en su vida y confío en que tenga la amabilidad de hacer lo mismo.

Inclinó la cabeza una sola vez y Nessa se dio cuenta de que acababa de despedirla. Con una sola inclinación de cabeza, la había despachado como si fuera una de sus reclutas.

Mientras ella lo miraba, el antiguo teniente de la Marina se dirigió a las escaleras.
Apoyaba en el bastón la mayor parte del peso de su cuerpo. Y cada paso que daba parecía lleno de dolor. ¿De veras iba a subir esas escaleras...?

Claro que sí. El complejo de apartamentos no estaba equipado con ascensores, ni escaleras mecánicas, ni cualquier otro sistema que permitiera acceder al segundo piso a los discapacitados. Y estaba claro que aquel hombre lo era.

Pero el teniente Zachary subió, escalón a escalón, penosamente. Usaba la barandilla de hierro y la parte superior de su cuerpo para ayudarse a avanzar, y subía los escalones prácticamente a la pata coja. Aun así, Nessa notó que cada movimiento le causaba un gran dolor. Cuando llegó a lo alto de la escalera, respiraba trabajosamente y tenía la cara cubierta por una película de sudor.

Nessa, como siempre, habló con el corazón, sin detenerse a pensar.

-Hay un piso en venta en la planta baja -dijo-. Quizá en la oficina de la comunidad puedan ayudarlo a cambiar su piso por el de... el de...

Él le lanzó una mirada abrasadora.

-¿Sigue aquí? -su voz era áspera y sus palabras, groseras. Pero, cuando volvió a levantar los ojos y los fijó por un instante en los de ella, ella distinguió en su mirada un sinfín de emociones. Rabia, desesperación, vergüenza. Una increíble cantidad de vergüenza.

Nessa tenía el corazón en la garganta.

-Lo siento -dijo, y bajó casi involuntariamente la mirada hacia su pierna herida-. No quería...

Él se situó justo debajo de una de las luces del corredor y levantó un poco la pierna derecha.

-Bonito, ¿eh? -dijo.

Su rodilla era una encrucijada de cicatrices. La articulación parecía hinchada y congestionada. Nessa tragó saliva.

-¿Qué...? -dijo, y se aclaró la garganta-. ¿Qué le pasó?

Levantó la mirada y vio que los ojos del teniente eran de un extraño tono de azul. De un azul oscuro, casi negro. Y estaban rodeados por las pestañas más largas y densas que Nessa había visto nunca en un hombre.

De cerca, y a pesar de la pátina de sudor que cubría su cara, Nessa se convenció de que el teniente Zachary Efron era el hombre más atractivo que había visto en sus veintisiete anos de vida.

Su pelo era rubio oscuro. No era el rubio opaco típico, sino más bien un castaño claro con mechones y destellos dorados, y hasta algunos reflejos pelirrojos que relucían al sol. Tenía la nariz grande, pero no demasiado para su cara, y ligeramente aguileña. Su boca era ancha.

Nessa deseó verlo sonreír.

Qué sonrisa tendría, con aquella boca tan generosa. Tenía las típicas líneas de expresión junto a las comisuras de la boca y de los ojos características de las personas que ríen a menudo, pero en ese momento sus facciones estaban tensas por el dolor y la furia.

-Me hirieron -dijo él con brusquedad-. Durante una operación militar.

Había estado bebiendo. Nessa estaba lo bastante cerca como para distinguir el olor a whisky en su aliento. Dio un paso atrás.

-¿Una... operación militar?

-Sí -contestó él.

-Debió de ser... horrible -dijo ella-. Pero... no sabía que Estados Unidos hubieran participado en batallas navales últimamente.

-Me hirieron durante una operación contraterrorista de rescate en el centro de Bagdad -respondió Zac.

-¿No está Bagdad un poco lejos del mar para un marino?

-Soy SEAL de la Marina -dijo él. Luego sus labios se torcieron en una mueca agria, semejante a una sonrisa-. «Era» SEAL de la Marina -puntualizó.

Zac se dio cuenta de que ella no sabía qué quería decir. Lo miraba con asombro en sus ojos de extraño color. Eran de un tono claro, entre marrón y verde, con un cerco marrón oscuro en el borde del iris. Eran ligeramente rasgados y exóticos, como si, quizás en la generación de sus abuelos, hubiera habido sangre asiática o polinesia. O hawaiana. Eso era. Parecía levemente hawaiana. Sus pómulos, altos y anchos, realzaban aquel efecto. La nariz era pequeña y delicada, igual que sus labios. Su piel, tersa y clara, tenía un delicioso bronceado. Llevaba el pelo largo y rizado recogido en una coleta y un ligero flequillo suavizaba los rasgos de su cara. Tenía el pelo tan largo que, si se lo dejaba suelto, llegaría hasta las caderas.

1 comentario:

dani1301 dijo...

que grosero zac con nessa
bueno me encanta tu nove
siguela prontito
bye

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